Los musulmanes creen en la resurrección, en que la muerte es el comienzo de otra fase de la existencia en el Jardín o en el Fuego. Tras el fallecimiento, al difunto se le coloca sobre el costado derecho orientado hacia la Qibla. El cadáver se lava (las mujeres se encargan de las mujeres y los hombres de los hombres) se le cierran los ojos y se le cubre el cuerpo con tela blanca de algodón.
Para los islámicos, la incineración está prohibida y el cuerpo se entierra orientado hacia la Meca. Se hacen muchas súplicas por el fallecido y se le dedica la lectura del Corán entero o parte del mismo. Es un momento para la congregación de la familia y los conocidos y para recordar los buenos momentos con la persona fallecida y perdonarle sus fallos.